viernes, 12 de abril de 2013

SONIA SOTOMAYOR O EL ABRAZO DE LA DIASPORA

Hace exactamente un mes, me llamaron para que presentara el libro de la Jueza Sonia Sotomayor "Mi mundo adorado". Las presentaciones iban a celebrarse en el Teatro de la UPR y en el Patio del Arsenal de la Puntilla en el Viejo San Juan. Acepté honrada y curiosa. Comencé a leer el libro y a darme cuenta de que la Jueza Sonia Sotomayor era una gran estratega orgánica. Comencé a preguntarme cuán grande sería su gira en Puerto Rico. Investigué.

La gira de la jueza incluyó presentaciones en San Germán, el Teatro de la UPR, Universidad del Turabo, Centro para Puerto Rico, Arsenal de la Puntilla, Museo de Arte de Puerto Rico, Universidad Pontificia de Ponce.  El libro había vendido ya 275,000 copias en los Estados Unidos y 40,000 copias en español. Y, aunque era obvio el compromiso de la jueza con su isla y su cultura, también me pareció obvio que su agenda en Puerto Rcio era mucho más que vender libros. Había un mensaje que la Jueza quería llevar al mundo y específicamente a los Estados Unidos.

Los "latinos", esa categoría que pretende amalgamar a mucha gente diversa y dispersa,  constituyen una comunidad letrada, profesional, en ascenso económico y político. Sus comunidades son "translocales", es decir que no son meramente "etnias" ni "minorías " desafiliadas de una tradición, un pueblo, una cultura. Tienen/tenemos historias qué contar, éxitos qué compartir. Definitivamente constituímos una fuerza con la que hay que lidiar, concoer a fondo y convocar desde la raiz.

They have to embrace us (si quieren salir del hoyo en que están). We have to embrace us (si queremos también nosotros salir del hoyo). Abrazarnos.

Acepté con gusto el honor que se me deparaba. Me presenté a la primera de mis dos presentaciones junto a la Jueza Sotomayor y de inmediato ví cómo el mensaje se hacía carne. La jueza, obviando todo el protocolo oficial de la presentación, movió las sillas donde nos sentaban hacia adelante, aproximándose a su público (como si las más de 2,000 personas que allei estaban pendientes a oirlas estuvieran en la sala de su casa). Llameo a ni nnos de escuela a la tarima, se sacó fotos hasta con mi hermano. Puso a los oficiales de seguridad muy nerviosos. Pero tenía que hacerlo.

She embraced us, que queríamos y necesitábamos ese abrazo. Nos hizo parte de su intimidad, de su vulnerabilidad; no de su poder. Uso la literatura (esa forma de intimidad compartida) para hacer el llamado. Y, muy sabiamente, logró su cometido.


Desde dicha  "intimidad"  La Jueza Sotomayor narró la  historia que ya todos conocemos. Es una historia sencilla: la del triunfo de  una inmigrtante. La Jueza nos cuenta c ómo, en esa población analfabeta, campesina y pobre que la Operación Manos a la Obra calificó como "excedente poblacional" que no iba a permitir una rápida industrialización para la Isla, se pulió un diamante- una muchachita brillante, pero enferma (con diabetes), inquieta (probablemente con ADD), con padre alcohólico y madre ausente que ahora es la puertorriqueña de mayor poder político que ha existido en la historia. Es la consabida historia del American Dream, pero con un twist interesante. Esa emigrante que hoy ocupa un puesto vitalicio, de mando y poder en la nación americana insiste en ser boricua. Es decir, que ella es de la Isla y de EU al mismo tiempo, sintiéndose cómoda e incómoda en ambos mundos a la vez; perteneciente y foránea de ambos lugares y en ambas culturas.

 Ya el cuento, con todos los ingredientes de pobreza, violencia, marginación y  enfermedad lo habíamos leido antes: en Nilda de Nicholasa Moore, Down these Mean Streets de Piri Thomas, ShortEyes de Miguel Piñero, Spidertown de Abraham Rodriguez,  When I was Puerto Rican de Esmeralda Santiago, Bodega Dreams de Ernesto Quiñones, - es decir, en casi toda la narrativa niuyorrican y en mucha de la poesía de Tato Laviera, Pedro Pietri y Sandra Maria Esteves, entre otros.  No es el mensaje el que asombra. Es la óptica del mensaje.

Las memorias de la Jueza se apartan de la intensión de hacer literatura (y ahí se acercan a la intimidad) para contar una historia real en donde ella- tal cual y sin disfraces ficcionales- es la protagonista. También se aparta del gesto literario al mirar y representar a Puerto Rico desde una perspectiva diferente- no como la isla paradisiaca (frente a la mole fria y despersonalizada de NY), ni como el arrabal verde del cual hay que escapar a toda costa (para poder acceder a las riquezas de la civilización y el progreso). La relación con Puerto Rico se mantiene compleja y dual. Si, pero no. Puerto Rico es pobre, pero hermoso, desarrollado y  culto; hay oportunidades de avance profesional en la Isla, pero se mantiene en status quo que no la deja crecer; la participación cuidadana en la democracia es más alta que en EU y sin embargo estamos estancados en un debate infinito acerca del status. Es el Puerto Rico visto desde adentro por alguien que lo conoce, también desde adentro. Es el Puerto Rico visto desde afuera por alguien que lo ha estudiado y visto y querido, desde afuera.

Ahora, que el poder latino es incuestionable en los Estados Unidos ; que determina los resultados de elecciones presidenciales; una hija de Puerto Rico viene a la Isla a extender una invitación y a darnos un abrazo. No quiso dar detalles; solo que interpretáramos el significado de su gesto. Su presencia fue una invitación. Viene a caminar entre nosotros y a exigir su puesto en NUESTRA sociedad: la boricua. Vino a poner a nuestro servicio su poder de convocatoria. Viene a recordarnos que Puerto Ricio no tiene 4 millones de habitantes, sino 8millones. Que la diáspora también es (de cierta maenra) Puerto Rico. Que no se cumplió el plan de salir del "excedente poblacional y que ellos pasaran a formar parte de la sociedad estadounidense". No, no del todo. Pero que, si queremos que no se revierta la situacieon, tenemos que trabajar para estrechar esos lazos; para fundirnos y confundirnos aeun más en ese abrazo. Aunar fuerzas, ponernos de acuerdo hacia donde vamos; con todas las miserias, trabajos, calamidades,y éxitos adquiridos, dar el paso; empezar a caminar.

 Por ahí vienen importantes encrucijadas en las que  todos los puertorriqueños, TODOS lo que nos sentimos convocados por esata identidad nuestra tan compleja y sin embargo, tan global y vanguardista en el nuevo mundo en que vivimos, vamos a tener que decidir qué paso dar, hacia donde y con quién caminar. Sin embargo, tenemos que entender que las identidades culturales no se disuelven en el aire. La asimilación total e inclusión absoluta en otros mundos es una falacia. Queda de nosotros, como quedó de la jueza , aplicar el tesón y aceptar "Nuestro Mundo adorado" con todas las contradicciones que presenta y todas las que somos. Ahí, desde donde duele y se goza, desde donde somos más vulnerables, es desde donde nace la fuerza real y transformatoria.  Por ahí viene el gran paso.